Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1673
Legislatura: 1899-1900 (Cortes de 1899 a 1901)
Sesión: 11 de diciembre de 1899
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 83, 2684-2685
Tema: Presupuesto de gastos. Ministerio de Marina

El Sr. SAGASTA (D. Práxedes): Voy a dirigir muy pocas a los Sres. Diputados, porque muy pocas me parece a mí que hacen falta para poner en su verdadero lugar las cosas que, en mi opinión, han sido sacadas un poco de quicio, principalmente por el Sr. Presidente del Consejo de Ministros.

Después de la disección que aquí se ha hecho del presupuesto de Marina, poniendo al descubierto grandísimos vicios y muchos errores, después de haberse demostrado sin contradicción que esos errores no son susceptibles de corrección ni de enmienda, porque más que errores de detalle son nacidos de la organización misma, de la composición, del conjunto, del total pensamiento, se ha colocado a las minorías en una situación verdaderamente imposible, y, por consiguiente, en concepto de las mismas, si es que el presupuesto es tal y como se ha mostrado, y en eso no cabe duda a nadie, ni al mismo Sr. Presidente del Consejo de Ministros ni al Gobierno de S. M., no pueden tener la pretensión de corregir lo que es incorregible, ni pueden tampoco votar sin corrección una obra tan defectuosa.

Pues bien; para sacar a las minorías de esta delicadísima situación, es para lo que entiendo yo que se ha presentado esta proposición, que tiene por objeto la retirada del dictamen con el fin de someterlo a mejor estudio y presentarlo de nuevo redactado, a ser posible, en armonía con las manifestaciones aquí expuestas y con las ideas emitidas desde diversos lados de la Cámara.

Éste y no otro es el alcance de la proposición, que tiende a colocar las cosas en tal situación que las minorías pudieran discutir y votar, ya con su voto favorable, ya adverso, un dictamen, que, tal como se ha presentado y tal como está hoy, es imposible que lo discutan ni lo voten. De modo, que esta proposición tiene por objeto resolver un problema, mejor dicho, un conflicto parlamentario.

El Sr. Presidente del Consejo de Ministros no acepta la proposición: está en su derecho; pero que no diga que no lo acepta porque las minorías tienen el derecho de pedir a los Gobiernos todo, menos que pierdan la vergüenza. ¡Ah! Ese argumento no lo puede emplear S. S., porque ni la minoría liberal ni ninguna otra son capaces de proponer, ni a ése ni a ningún Gobierno, nada que sea en daño ni en detrimento de su vergüenza.

Lo que en la proposición se pide tiene además sus precedentes, se ha hecho constantemente. Si; constantemente se han retirado dictámenes presentados y empezados a discutir, sin que eso haya afectado en nada a la honra de los Gobiernos.

Pero, ¿qué más? Si la retirada de un dictamen afectara a la vergüenza de un Gobierno y significara que el Gobierno que la consiente, que la permite o que la acepta no tiene vergüenza, habría que decir que este Gobierno no tiene vergüenza ninguna (Risas); porque, no una sección del presupuesto, como ahora se pide, sino los presupuestos en su totalidad, fueron retirados en las últimas sesiones de la primera parte de esta legislatura por el Gobierno de S. M. y fueron retirados todos para presentarlos de nuevo corregidos y aumentados, como se ha hecho precisamente con los que tenemos delante; no hay más sino que ni están bien corregidos ni están bien aumentados.

No; nosotros no pedimos en esa proposición más que lo mismo que el Gobierno ha hecho muy recientemente, sin que afectara en manera ninguna ni a su dignidad ni a su honra. ¿Por qué no ha de hacer ahora, a lo último de este año económico nuevo, lo que hizo al terminar el año económico anterior? ¿Qué inconveniente hay en ello? Absolutamente ninguno, porque no pedimos más que lo que se puede y se debe pedir, y lo que es indispensable pedir en los momentos que atravesamos.

Pero se dice, y alguna indicación respecto de esto ha hecho el Sr. Navarro Reverter: esto sería una humillación para el Gobierno; sería una imposición de las minoráis, y un Gobierno no puede ceder a las imposiciones de las minorías. ¿Qué es esto de imposiciones de las minorías? Las minorías discuten, resuelven y piden, con el mismo derecho con que discuten, resuelven y piden las mayorías y los Gobiernos. (El Sr. Navarro Reverter: No lo he negado.) No lo habrá negado S. S.; pero si S. S. cree que una pretensión de las minorías es una imposición para el Gobierno, con el mismo derecho podían creer las minorías que era una imposición del Gobierno para ellas toda pretensión de aquél, y entonces vendría la lucha entre imposiciones del Gobierno y de las mi- [2684] norías y sería imposible el sistema representativo y sería imposible la gobernación del Estado. ¿Qué teoría singular es esa? ¿Adónde iríamos a parar? ¿Pero no sucede todos los días lo que nosotros pedimos? ¿No está transigiendo el Gobierno constantemente con las oposiciones? ¿No ha sucedido esto en el caso que yo acabo de recordar, de la retirada de los presupuestos primitivos? Esto sucede, y no puede menos de suceder, porque lo contrario sería la muerte del sistema representativo, porque de otra manera sería inútiles las discusiones parlamentarias, y más inútil la presencia de las minorías en los Parlamentos, puesto que nada podrían pedir y nada podrían hacer.

Por consecuencia, en la proposición presentada no se ha faltado a ninguna conveniencia parlamentaria; no se ha faltado a ninguna de las consideraciones debidas a todo Gobierno; no se ha faltado a los usos y prácticas constantes en todos los Parlamentos. Enhorabuena que no la acepte el Gobierno; pero si no la acepta será porque no convenga a los fines? que se proponga; será porque no quiera; no porque no pueda o no deba aceptarla.

Esto le ha servido al Sr. Presidente del Consejo de Ministros para decir que una cuestión nacional, como lo es siempre la cuestión de os presupuestos, se ha convertido en una cuestión política. Al contrario; quien quiere convertirla en cuestión política es el Sr. Presidente del Consejo de Ministros; porque las minorías, en su deseo de ayudar al Gobierno, han respondido a aquel llamamiento que S. S. les dirigió al terminar la primera parte de esta legislatura, cuando pedía a las oposiciones su apoyo y su participación en esta obra nacional de los presupuestos. ¿De qué manera quiere S. S. que le ayudemos y que contribuyamos a la obra, si nos cierra la puerta haciendo la cuestión política?

La proposición podrá ser desechada; pero si se aceptara, yo creo que serviría para facilitar, y facilitar mucho, el debate de los presupuestos. En cambio, la negativa va a dificultarlo hasta tal punto, que yo creo que va a llegar el 1º de Enero y no vamos a tener presupuestos. Y en este caso, ¿qué hacemos?.

A mí no se me ocurre otro camino que el de aceptar esta proposición u otra análoga que nos saque del conflicto en que nos hallamos, la del señor Romero Robledo, por ejemplo, porque a mí lo mismo me importa que se retire el presupuesto de Marina para presentarlo nuevamente redactado, o que se apruebe con la condición de que a los tres meses se presente otro presupuesto con todas las reformas necesarias. Tampoco tendría yo inconveniente en que se aceptara la proposición del Sr. Prieto y Caules, porque repito que yo transijo con cualquier proposición que nos saque de este conflicto, dejando a salvo, como no podría menos de suceder, la dignidad del Gobierno, la dignidad de las minorías, la dignidad de la mayoría y la dignidad del Congreso.

Si no se acepta nada de esto, no veo más salida que volver provisionalmente al presupuesto de año económico en vez de año natural, suspendiendo la última ley y manteniendo el año económico anterior, que ha debido mantener el Gobierno, no sólo por previsión, sino por deber, puesto que en la Comisión de presupuestos se comprometió a que la nueva ley no rigiera hasta que este presupuesto estuviera aprobado; pero a pesar de este ofrecimiento, el Gobierno se precipitó, no sólo a obtener la sanción de S. M. para la nueva ley, sino a promulgarla.

Al proponeros lo que acabo de indicar creo que presto un servicio al Gobierno, y debe agradecérmelo el Sr. Presidente de Consejo de Ministros, porque ya comprenderá S. S. que en los quince días que faltan para el año nuevo, no es posible realizar toda la obra que se halla pendiente.

Están pendientes de discusión varios presupuestos de gastos, todos muy importantes; están pendientes de discusión todos los presupuestos de ingresos; están pendientes de discusión leyes especiales que el Sr. Ministro de Hacienda y el Gobierno de S. M. creen indispensables para la conclusión y planteamiento del presupuesto. ¿Cree S. S. que tenemos tiempo y espacio en los pocos días que quedan para terminar tan magna obra? (El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: Pido la palabra.) ¿Para cuándo guarda S. S. el rendir el culto a ese factor del tiempo, en cuya eficacia cree tanto S. S.? ¿Para cuándo guarda S. S. la necesidad de apelar al tiempo con el objeto de que no sólo sea la obra buena, sino que sea duradera? Yo no en esto sigo los propósitos de S.S.: la obra es magna, la obra es difícil, y según S. S., no puede realizarse en poco tiempo, y aunque pudiera no debiera realizarse, porque se realizaría mal. Debe, pues, emplearse en ella el tiempo necesario par que podamos ayudar al Gobierno y cooperar con él a rectificar el presupuesto hasta donde sea posible, y ponerlo en armonía con las aspiraciones generales del país que todos conocemos, y que no desconoce tampoco el Sr. Presidente del Consejo de Ministros.

No a producir conflictos, sino a ver si salimos del en que estamos metidos, aspiramos todos; y como al discutir con el Gobierno, ex abundantia cordis, pudiera yo pronunciar palabras que le fueran desagradables y sirvieran de pretexto a sus resoluciones, concluyo afirmando que no tengo otra cosa que proponer, y que lo que propongo lo hago en mi deseo de evitar dificultades al Gobierno, a la mayoría y a las minorías, y en mi afán de poder contribuir a que los elementos de indisciplina y de disturbio que por doquiera y con cualquier motivo reinan, no encuentren calor, sanción y vida en procedimientos deplorables de violencia y en los gérmenes de discordia que representan siempre las perturbaciones en el Parlamento. Y tenga en cuenta el Gobierno que si no venimos a un acomodamiento, va a ser necesario, si quiere llevar adelante su propósito, que entre en el camino de las violencias; y el camino de las violencias no fue jamás, Sr. Presidente del Consejo, ni camino del acierto, ni camino del bien. (Aplausos en la minoría liberal).



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